En la actualidad, a la hora de aspirar a un puesto de trabajo competimos con muchos candidatos que cada vez están más preparados. Ya no es suficiente con una titulación oficial, bien sea un Ciclo Formativo o una carrera universitaria. Los estudios “base” deben ser complementados con idiomas (el inglés es indispensable en el mundo global en el que nos movemos) y con formación complementaria.

Debemos disponer de certificaciones que justifiquen y avalen todos nuestros conocimientos complementarios. Podemos dividir la formación complementaria en tres bloques:

1) Formación en lenguas: es importante estar en posesión de un certificado de nivel B2 o C1 del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas, que acredita en toda Europa nuestros conocimientos. El idioma más importante es el Inglés, pero dependiendo del puesto de trabajo, puede ser más interesante el alemán o incluso el chino.

2) Formación complementaria general: esta formación trata sobre temas transversales y no directamente relacionados con los estudios realizados. Es fundamental que estos cursos estén avalados por instituciones educativas de prestigio, como Universidades. Cursos de liderazgo, gestión de equipos, motivación, habilidades sociales, son un claro de ejemplo de este tipo de formación.

3) Formación especializada de perfeccionamiento en nuestro sector: por último, entrarían cursos de perfeccionamiento en el sector de la especialidad estudiada. Por ejemplo, si hemos estudiado enfermería podríamos ampliar nuestras habilidades con el curso SVAP (Curso de Soporte Vital Avanzado en Pediatría”) de la Universitat de Barcelona, o con un postgrado.

Actualmente es fundamental no quedarse parado y estar en continuo proceso de reciclaje para no quedarnos fuera del mercado laboral. Independientemente de que tengamos un puesto de trabajo, en cualquier momento podemos querer cambiar o vernos obligados a ello, por lo que debemos estar preparados para el cambio.